Escribo este final de una reflexión poética en prosa de una estudiante de literatura argentina, compartida en redes sociales:
Si por aquel entonces Gonzalo hubiera estado en mi vida, quizá lo hubiera llamado y, sin duda, él hubiese venido.
Críticas literarias aparte, lo primero que chirria en este fragmento es el modo: "lo hubiera llamado....el hubiese venido" en vez de "lo hubiera llamado... él habría venido".
¡Oh tempora o mores!, cuando era chico las abuelas y las mamás nos aconsejaban leer diarios y escuchar radio «para aprender a escribir y hablar correctamente». No creo que hoy sea aconsejable que al volver del colegio, los niños oigan programas radiales, lean columnas o titulares de periódicos o escuchen la mayoría de los programas de televisión. Muchos periodistas comenten horrores gramaticales y de conjugación.
Recuerdo un viaje, hace años, a Rio de Janeiro, una noche vi un programa de televisión donde un periodista entrevistó al ministro de educación, parece un oxímoron pero el ministro era licenciado en letras, de cultura enciclopédica y fino humor, una de las primeras preguntas que hizo el periodista fue: "Dígame usted que es ministro de educación..."; a lo que el entrevistado respondió: "Yo soy profesor de literatura; estoy ministro de educación". Es para quedarse pensando.
Y como es para quedarse pensando, y me gusta irme por las ramas, voy a utilizar una de las figuras retóricas que más me gustan, la parécbasis o digresión. Ya sé que es una comparación tendenciosa, pero el ministro brasileño era las antípodas de su homóloga de una provincia, que el año pasado, para hacerse la 'progre popular', empezó un discurso con un: "jóvenes y jóvenas"; razón suficiente para destituirla del cargo e inhabilitarla de por vida para ejercer actividad como funcionaria pública. Suerte que, en aquel entonces, no se había divulgado, como la peste negra, la nueva modalidad de los ahora jóvenes 'intelectuales cheto progres': de usar ese 'neo catalán rioplatense' o 'lenguaje inclusivo'. En ese caso, la Ministro en cuestión nos habría descerrajado en su discurso un: "queride publique, discípules, colegues y amigues". Vuelvo a los tiempos verbales.
Damos por sentado que todos sabemos: qué son verbos de la primera, segunda y tercera terminación y verbos irregulares, verbos auxiliares; conjugar, tiempos simples y compuestos y formas impersonales –infinitivo, participio y gerundio–. Kurz und schmerzlos, vamos a repasar los tres modos –indicativo, subjuntivo e imperativo–, y el correcto uso de sus tiempos simples y compuestos; sencillo y desde el punto de vista instrumental de un escritor –que nadie se postula a un sillón de la Academia de Leguas o de Letras–, solo usar correctamente la: "clase de palabras cuyos elementos pueden tener variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto" –no se gastaron–, los miembros de la RAE para definir 'verbos'.
Modo indicativo
En este modo el hablante enuncia hechos concretos: lo que un personaje hizo, hace o hará en determinado lapso de tiempo. Enuncia porque trata de asegurar que las personas realicen las acciones, y no que dichas acciones serán posiblemente realizadas. De allí que el empleo de este modo se relaciona con lo probable, constatable o real. El modo indicativo tiene cinco tiempos verbales simples: presente, pretérito imperfecto, pretérito perfecto, futuro simple y condicional simple; con sus correspondientes tiempos compuestos: pretérito perfecto, pretérito pluscuamperfecto; pretérito anterior, futuro compuesto y condicional compuesto.
En las próximas entregas trataremos cada uno de los casos con ejemplos.
(Continuará)
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