Danilo Albero Vergara no busca contar: encuentra los relatos en una memoria que no es un almacén de textos sino un acumulado registro de observaciones sobre la relación del cuerpo con las prácticas del mundo. El cuerpo en el juego, el cuerpo en la montaña, la fuerza y su dosificación en la experiencia límite del cuerpo en el ciclismo, en el cuerpo en el agua, el cuerpo en el artista cuya tarea es representar las metamorfosis del cuerpo bajo la guerra. -¿Y el alma?- Se pregunta uno después de tanto cuerpo puesto en relato. El alma sólo cuenta como la fuente de la pasión de narrar en el autor, y de la pasión de medir en estos personajes que viven calculando sus límites, sean los límites de la realidad del juego en “Mundos virtuales”, o de la expresión en “La primavera murió en Guernica”, relatos de una colección que, en cada uno de sus ocho tramos, intenta decirnos que allí donde haya un límite, está a punto de aparecer el arte agazapado para sortearlo. Fogwill.
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